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Hurgando entre las cenizas y los fierros retorcidos, con las ropas olorosas a humo, decenas de residentes afectados de la colonia Antorchista comenzaron ayer viernes la limpieza de las 38 viviendas consumidas por un incendio la madrugada de ese mismo día.
Sólo algunos pisos de cemento, la carcasa de un pick up y algunas estufas quedaron en pie, el resto: Camas, sillones, mesas, ropa, comida y documentos fue reducido a polvo y tizne.
El fuego los agarró como a las cuatro de la madrugada, justo cuando el sueño pesado está encima, avivadas por el viento de Santa Ana, en menos de 20 minutos las llamas se extendieron y arrasaron con las casas de madera.
“Mi marido se levantó y vio por la ventanita que se estaba quemando la casa de enseguida, que estaba sola y salimos chicoteados con los niños. Yo me caí al salir, ya tenía la lumbre encima”, recordó Angélica Ramos Tapia.
A Nancy Márquez Briones la despertó la explosión de una minita de gas, al asomarse vio la casa de su hermano en llamas y enseguida escuchó los gritos de los que estaban afue ra alertando a los que todavía no salían.
A José Luis Meza Arzate, obrero en una fábrica pulidora de rines, lo despertaron los gritos, apenas tuvo tiempo de salir junto con su esposa cuando el fuego ya había alcanzado su casa, ubicada a tres viviendas de donde comenzó el fuego.
“No se sabe si fue un descuido, un corto o una veladora, pero todo se perdió, ahora a volver a empezar”, dijo el hombre que llevaba viviendo dos años en la calle Perseo de la colonia Antorchista.
Quisieron apagar la lumbre en cuanto la vieron, explicó, pero no había agua en las tuberías y sólo se quedaron mirando con la esperanza de que la ayuda no llegara demasiado tarde.