El hombre a quien amaba, quien la había hecho emigrar de su natal Cancún, Quintana, Roo, es también el motivo por el que Claudia Bautista ha pasado más de la mitad de su vida tras las rejas.
A sus 39 años, lleva 20 recluida en la penitenciaría de La Mesa por su participación en un secuestro junto con el hombre al quien llegó a amar, ahora sólo espera salir para estar con sus hijos.
De una manera serena, entre las rejas de la cárcel, Claudia asegura que no es fácil estar en una penitenciaría, que la que ahí se lleva es una vida difícil.
Sin embargo, aclara, ha podido sobrevivir porque se ha apoyado en el departamento que da atención sicológica del penal, mismo que le ha permitido hacer cambios positivos, como afrontar la vida en el penal de forma positiva.
“Yo estoy aquí por secuestro y tentativa de homicidio, y me dieron una sentencia de 21 años, esto ocurrió hace 20 años”, relata.
Claudia se involucró en el crimen motivada por el amor; por una pareja vino de Cancún a Tijuana con la idea de hacer su vida con la persona que sentía querer, para entonces su pareja y un amigo ya tenían planeado el secuestro.
Sin dar a conocer detalles del crimen que reconoce haber cometido, solamente indicó que rápidamente fue detenida y no tardó mucho en llegar a “La Peni”; su pareja y su cómplice también fueron detenidos y encarcelados.
Claudia asegura no haber participado activamente en la privación, pero reconoce que fue la encargada de cuidar de la víctima durante su cautiverio, papel que le valió una sentencia de 21 años de cárcel que le han impedido mantener contacto directo con sus cuatro hijos.
Todas las noches, antes de dormir piensa en ellos, asegura mientras se frota las manos con aprensión. Es por ellos que decidió seguir adelante, trabajar y prepararse dentro del penal.
Claudia, quien estuvo cerca de resultar lesionada en los motines del 2008, señala que hay muchas internas que pertenecen a familias disfuncionales y por ello no reciben todo el apoyo que requieren para sobrellevar su situación.
Las mujeres deben tomarse el tiempo de conocer bien a quienes van a escoger como parejas, reflexiona, y pensar bien las cosas antes de hacerlas porque a veces son apresuradas.
Una triste realidad
Hay gente que piensa que las sentencias no son de verdad y se les hace fácil cometer un delito, dijo.
“Ya voy a cumplir mi sentencia y no ha sido fácil”, apunta.
Dijo que todas las mujeres vienen por diferentes casos, van y vienen, algunas aprovechan las oportunidades que ahí les dan.
“Me gusta porque he crecido como persona, con los grupos que han impartido, el trabajo, terapias, escuela, actividades deportivas. Me siento más segura, más fuerte, porque es una experiencia difícil, pero creo de lo difícil uno aprende, de las caídas uno aprende, me siento ya preparada para integrarme a la sociedad y mi familia.
“Lo primero que quiero hacer (al salir) es abrazar a mis hijos, y comer otro tipo de comida, como pasteles, cosas diferentes”, expone.
Iba por buen camino
En Cancún, Claudia trabajaba en la Comisión de Agua Potable, estudiaba una carrera técnica en Hotelería y Gastronomía, así como la preparatoria, ahora sólo piensa en irse de Tijuana y rehacer su vida con sus hijos en otro Estado.
“El estar lejos de mis hijos, el estar lejos de mi familia, durante tantos años ha sido difícil, pero siento que esto me ha hecho más fuerte y más segura, más madura, entonces pienso que podemos salir adelante”, manifiesta segura.
Sigue siendo su familia su mayor pérdida, apunta, el no poder abrazarlos, el no poder ver crecer a sus hijos, llevarlos a la escuela.
“Nunca he pisado la calle con mis hijos, ellos han crecido afuera sin mí. No medí las consecuencias, es que no pude haber amado a una persona en un mes y tomar la decisión de venirme con él.
“A veces la sociedad nos ve como que cometimos un error pero somos seres humanos y también sentimos y pensamos, muchas influidas por la droga, otras por las personas, otras por la inseguridad que tenemos desde que éramos niños”.
De sus hijos, de 20, 19, 14 y 12 años de edad, sólo el menor la visita con regularidad; el resto se encuentra con familiares en distintos estados de la República, mientras que su ex pareja se encuentra recluido en el penal de Mexicali.
El hombre a quien amaba, quien la había hecho emigrar de su natal Cancún, Quintana, Roo, es también el motivo por el que Claudia Bautista ha pasado más de la mitad de su vida tras las rejas.
A sus 39 años, lleva 20 recluida en la penitenciaría de La Mesa por su participación en un secuestro junto con el hombre al quien llegó a amar, ahora sólo espera salir para estar con sus hijos.
De una manera serena, entre las rejas de la cárcel, Claudia asegura que no es fácil estar en una penitenciaría, que la que ahí se lleva es una vida difícil.
Sin embargo, aclara, ha podido sobrevivir porque se ha apoyado en el departamento que da atención sicológica del penal, mismo que le ha permitido hacer cambios positivos, como afrontar la vida en el penal de forma positiva.
“Yo estoy aquí por secuestro y tentativa de homicidio, y me dieron una sentencia de 21 años, esto ocurrió hace 20 años”, relata.
Claudia se involucró en el crimen motivada por el amor; por una pareja vino de Cancún a Tijuana con la idea de hacer su vida con la persona que sentía querer, para entonces su pareja y un amigo ya tenían planeado el secuestro.
Sin dar a conocer detalles del crimen que reconoce haber cometido, solamente indicó que rápidamente fue detenida y no tardó mucho en llegar a “La Peni”; su pareja y su cómplice también fueron detenidos y encarcelados.
Claudia asegura no haber participado activamente en la privación, pero reconoce que fue la encargada de cuidar de la víctima durante su cautiverio, papel que le valió una sentencia de 21 años de cárcel que le han impedido mantener contacto directo con sus cuatro hijos.
Todas las noches, antes de dormir piensa en ellos, asegura mientras se frota las manos con aprensión. Es por ellos que decidió seguir adelante, trabajar y prepararse dentro del penal.
Claudia, quien estuvo cerca de resultar lesionada en los motines del 2008, señala que hay muchas internas que pertenecen a familias disfuncionales y por ello no reciben todo el apoyo que requieren para sobrellevar su situación.
Las mujeres deben tomarse el tiempo de conocer bien a quienes van a escoger como parejas, reflexiona, y pensar bien las cosas antes de hacerlas porque a veces son apresuradas.
Una triste realidad
Hay gente que piensa que las sentencias no son de verdad y se les hace fácil cometer un delito, dijo.
“Ya voy a cumplir mi sentencia y no ha sido fácil”, apunta.
Dijo que todas las mujeres vienen por diferentes casos, van y vienen, algunas aprovechan las oportunidades que ahí les dan.
“Me gusta porque he crecido como persona, con los grupos que han impartido, el trabajo, terapias, escuela, actividades deportivas. Me siento más segura, más fuerte, porque es una experiencia difícil, pero creo de lo difícil uno aprende, de las caídas uno aprende, me siento ya preparada para integrarme a la sociedad y mi familia.
“Lo primero que quiero hacer (al salir) es abrazar a mis hijos, y comer otro tipo de comida, como pasteles, cosas diferentes”, expone.
Iba por buen camino
En Cancún, Claudia trabajaba en la Comisión de Agua Potable, estudiaba una carrera técnica en Hotelería y Gastronomía, así como la preparatoria, ahora sólo piensa en irse de Tijuana y rehacer su vida con sus hijos en otro Estado.
“El estar lejos de mis hijos, el estar lejos de mi familia, durante tantos años ha sido difícil, pero siento que esto me ha hecho más fuerte y más segura, más madura, entonces pienso que podemos salir adelante”, manifiesta segura.
Sigue siendo su familia su mayor pérdida, apunta, el no poder abrazarlos, el no poder ver crecer a sus hijos, llevarlos a la escuela.
“Nunca he pisado la calle con mis hijos, ellos han crecido afuera sin mí. No medí las consecuencias, es que no pude haber amado a una persona en un mes y tomar la decisión de venirme con él.
“A veces la sociedad nos ve como que cometimos un error pero somos seres humanos y también sentimos y pensamos, muchas influidas por la droga, otras por las personas, otras por la inseguridad que tenemos desde que éramos niños”.
De sus hijos, de 20, 19, 14 y 12 años de edad, sólo el menor la visita con regularidad; el resto se encuentra con familiares en distintos estados de la República, mientras que su ex pareja se encuentra recluido en el penal de Mexicali.